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martes, 26 de abril de 2011

Objeto de deseo





Llevo horas ansiando este momento, durante todo el día no he podido pensar en otra cosa, sólo en llegar a casa y tenerlo delante mío; sé que es una locura, que esta relación no es sana, pero cada fibra de mi cuerpo suspira por él.
Siento el cosquilleo en mi estomago, escalofríos de placer me recorren al contemplar su hermosa figura, contengo mis ansias por sentir su sabor dentro de mí, quiero alargar el momento; necesito que el tiempo se estire para retener el placer que me proporciona. Mis dedos no aciertan a despojarlo de todo lo que me impide palpar su forma. Mis ojos no ven nada más que su blanda y escurridiza suavidad. Mi mente y mi carne reaccionan a un único impulso, es mío, solo mío y voy a tocar el cielo cuando lo tenga dentro de mí. Cierro mis ojos para saborearlo con delectación, notando su exquisita esencia en todos mis sentidos...

—¡Maldita sea! ¿Quién se ha comido el último bombón?




martes, 19 de abril de 2011

La llamada





—Parking Metro ¿dígame?
—Hola, buenas tardes, le llamo de la funeraria Eternidad, quisiera saber a que hora le viene bien que pasemos a recoger el difunto.
—Perdón… creo que se ha equivocado de número, esto es un parking, aquí no hay ningún muerto.
—Vamos a ver… yo llamo al 91454545 ¿es correcto?
—Sí, ese es el teléfono al que llama, pero como le…
—Bien, pues estamos de acuerdo, ahora sólo dígame cuando podemos pasar a recogerlo…
—Le repito, aquí no hay ningún fallecido, esto es…
—Ya me lo ha dicho, es un parking. Mire no sé que problema tendrá usted, pero servidor tiene que cumplir un horario, tengo más encargos para recoger, o sea que si usted es tan amable facilíteme una hora y allí estaremos puntuales como un reloj.
—Oiga ¿esto es una broma o qué? Déjese de cachondeos que yo estoy trabajando y váyase a molestar a otra parte…
—Pero qué cachondeo ni niño muerto. Yo tengo este número para retirar  un cadáver y eso es lo que voy a hacer. Mire déjese de tonterías y dígame la dirección y en un momento estamos allí…
—¡Ya está bien! ¡Se acabo esta conversación! ¡Buenas tardes!

Rigg, Rigg, Rigg

—Parking Metro ¿dígame?
—Buenas tardes…
—¿Otra vez, usted? Se lo voy a decir una vez más, ¡aquí no hay ningún muerto que recoger!
—¡Oiga, oiga! Ya me está dando su nombre y su puesto y va a saber quien soy yo…
—¡Qué bien! Ya no me pide un muerto. Mi nombre es Juan Car…
—¿Pero usted está seguro que ahí no hay ningún muerto? Mire que estamos en verano…
—¡Madre mía, es usted una pesadilla! ¡Váyase a buscar su difunto al cementerio, que allí hay muchos y déjeme a mí trabajar en paz!
—Vale, vale, no se ponga usted así, que no es para tanto. Pero… ¿está totalmente seguro?

¡Pfaff!

—Me ha colgado, hay que ver lo maleducados que son algunos y ahora… ¿Dónde busco yo un muerto?




martes, 12 de abril de 2011

Café con cotilleo




                                             
  




Tomaba mi café de la mañana, el que necesito para despertar, no tenía excesiva prisa. Contemplaba el gentío de la cafetería, con desgana y de pronto detrás de mí  unas voces me llamaron la atención; no pretendía escuchar, aunque era inevitable, no hablaban precisamente bajo, ya no pude dejar de seguir la conversación que se desarrollaba a mi espalda
—¿Te has enterado Herminia?
—No, ¿de qué?
—Pues de qué va a ser, que el marido de la Flora la ha palmado...
—¡Ah! bueno, eso ya no es novedad, qué esperabas…
—No, ¡jolín!, qué no te enteras, no es como la ha “espichado”, sino donde...
—¿Dónde pues?
—¡Donde va a ser!, en casa de su cuñada, en la cama con ella; por lo visto llevaba ya unos cuantos meses poniéndole los cuernos a la Flora. Se ha montado un lío, qué te voy a contar, ha habido más gritos que en el infierno. Flora le ha dicho a su hermana de todo lo habido y por haber, lo más fino: puta, imagínate lo demás y del muerto, dice que no se piensa hacer cargo, que lo entierren en la fosa común y con viento fresco.
—¡Pobre Flora!, menudo papelón, y hay que ver el marido, con ochenta y dos tacos en el cuerpo, anda vamos y me cuentas más, pero vamos, que me espera mi hija para llevar al nieto al médico...
Las mujeres se van; no puedo evitar una sonrisa, pensando en el difunto, ¡vaya tipo! Me imagino que se ha ido contento, aquí ha dejado liada una buena.

















martes, 5 de abril de 2011

La señora está ocupada

 Anécdotas de encuestadora II

—Buenos días, ¿podría hablar con el ama de casa…? —dice la entrevistadora, sujetando con fuerza su carpeta.
—Lo siento, en este momento la señora está ocupada, si quiere pasar más tarde… —responde el hombretón, con una sonrisa amable.
Ante la encuestadora, una masa de músculos enfundada en un escueto calzoncillo de cuero, cruzando sus pectorales dos correas adornadas con  tachuelas, y en su enorme mano izquierda un pequeño látigo, terminado en finos hilos metálicos.
—No… no se preocupe, sólo estoy realizando una encuesta… Gracias…, hasta luego.
—No hay de qué, hasta luego.
—¡Uff…!